Esta semana he comenzado mis clases de inglés en la Escuela de Idiomas de Salamanca. Después de un año sin asistir a clases de ningún tipo y acostumbrada a estudiar por mi cuenta tenía cierto interés y mariposillas en el estómago para poder recibir clase.
No puedo evitar ya, deformación profesional, observar al profesor:
- Qué fases decide que han de configurar su actuación en clase
- Qué metodología usará
- La distribución del tiempo
- Sus muletillas y cuestiones metafóricas de la lengua para atraer nuestra atención
...
Mi odisea dio comienzo desde el primer momento que entré en el aula. No había llevado mi ordenador portátil porque consideré que el primer día sería una toma de contacto en la que no necesitaría usarlo para nada significativo. Al pasar por el umbral de la puerta, al igual que mis 20 compañeros, me puse de decidir en qué sitio me ponía. Complicada hazaña teniendo en cuenta la distribución de la clase:
Resultado: un dolor de cuello impresionante. ¿Por qué la distribución es de esta manera? no lo sé, parece que es un quiero pero no puedo de tratar de imitar el Coliseo Romano, para que todos atiendan a lo que está sucediendo en el medio del escenario y se pueda visualizar desde los 360º de la sala. Problema: Ésta es rectangular... ¿Es que nadie se había dado cuenta? los profesores quizá no, pero todos nosotros y nuestros cuellos en concreto sí.
Durante la hora que nos tuvo allí, al igual que el resto de días, pude asistir a una función bien orquestada y estudiada, donde la principal actriz se notaba que repetía una y otra vez lo que durante muchos años logró dominar, dejando poco a la improvisación, y ... cómo no, controlando todo aquello que se salía de la norma.
El primer día transcurrió aburrido y tedioso. Conocimos la plataforma virtual de estudio. A medida que la profesora nos iba comentando las diferentes funcionalidades... (ninguna más que enviar mensajes y cargar archivos) iba notando cómo mi cerebro se iba apagando paulatinamente, porque todo aquello que se me ocurría era incapaz de hacerlo por no tener el ordenador. Me sentía con grilletes invisibles en las manos. Miraba el cuaderno de apuntes que había llevado, todo blanco... y me preguntaba por sus posibilidades.... ¿Qué hago? ¿Me pongo a pensar en otro de mis proyectos y lo voy desarrollando en esas hojas en blanco? Porque todo lo que esta profesora me está explicando no lo puedo practicar ya que no tengo una terminal que me lo posibilite...
Así que decidí remediarlo. Había escuchado que había wiffi en el centro pero me habían dicho que no era libre. Ahora que ya soy alumna me decidí rápidamente a solicitar la clave y poder traer el portátil al día siguiente. Mi sorpresa:
-"tenemos wiffi pero no es para los alumnos, solo para el centro"
-Yo: ya, pero el centro no necesita wiffi porque las PDI de cada aula están empotradas en la pared y no son móviles, con lo que una toma fija es suficiente... ¿Y los alumnos cómo accedemos a internet?
- "En el aula no hay posibilidad, no necesitas internet, atiende a la profesora. Cuando salga elegido el delegado de clase ya miraremos"
"Genial". Mi cara alucinando... ¿Cómo que no necesito internet? ¿Cómo amplío información acerca de lo que la profesora me cuente? ¿Cómo comparto con los demás lo que estoy aprendiendo? ¿Cómo busco información que recuerdo? ¿Cómo consulto la plataforma virtual del curso? ¿Cuánto tiempo tendré que estar así?...
Contradicciones en mi cabeza fueron anidando durante toda la semana, me volví autómata, escuchando solo a la profesora, apuntando en esa libreta blanca notas.... y nada más. Mi motivación bajó al mínimo y cuando me dijo que me pusiera a hablar no me salió nada a derechas porque NO ME APETECÍA., MI CEREBRO ESTABA DORMIDO Y OFF.
Ahora comienza otra semana en el aula troglodita de la PDI, que solo hace servicio en clase de proyector muy muy caro. Despueés de varios años aprendiendo a mi manera gracias a Internet y el ordenador, ahora me veo de los nervios por la impotencia de que no me están dejando aprender.
Las formas de aprender ya han cambiado, no podemos volver a trás, por mucho que nos lo impongan. Solo pido que no nos limiten las ganas de aprender.